En el 66 aniversario de su fundación, este viernes 29 de noviembre, las autoridades y el claustro de la UCAB celebraron los 238 años del natalicio de Andrés Bello, con un acto que tuvo el doble propósito de dictar la “Cátedra Andrés Bello” y conferir, por decisión del Consejo de la Orden Universidad Católica Andrés Bello, la medalla en su única clase al economista y empresario Gustavo Julio Vollmer Acedo –presidente del Banco Mercantil- cuya trayectoria “constituye un claro ejemplo de lo que debe ser la vinculación entre la universidad y la empresa para impulsar de manera interactiva en este crítico momento del país el renacer de la productividad y la promoción del talento al servicio del desarrollo humano sostenible”, según describe el acta de la distinción.
El evento contó con las intervenciones de la doctora Inés Quintero, individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia; el discurso de orden del exrector de la UCAB, Luis Ugalde; las palabras del homenajeado, Gustavo Vollmer, y las del rector de la UCAB, Francisco José Virtuoso.
El viceprovincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, Dizzi Perales, leyó una carta enviada por el prepósito general, Arturo Sosa, en la que expresó las felicitaciones y alegría por la distinción otorgada a Vollmer.
Al leer los considerandos que privaron para otorgar la Orden, la secretaria de la UCAB, Magaly Vásquez, señaló que Gustavo Vollmer “se ha destacado como líder empresarial en la agroindustria y banca comercial a nivel nacional e internacional, contribuyendo a generar un país más próspero y solidario”. También ponderó que forma parte de los empresarios que apuestan por el país “innovando, desarrollando modelos de negocio de manera sostenible, creyendo en Venezuela y su gente”.
“La UCAB ha encontrado en las empresas del Grupo Financiero Mercantil un apoyo fundamental para su sostenibilidad económica y el desarrollo de programas de cooperación y financiamiento para sus estudiantes de pregrado”, leyó Vásquez, así como que “el economista y empresario comparte la espiritualidad y valores de la Compañía de Jesús por tradición familiar, formación y vocación propia”.
La familia Vollmer donó, en 1963, un terreno de 32 hectáreas donde se levantó la sede de la UCAB, el actual campus en Montalbán. Gustavo Vollmer Herrera, padre de Gustavo Vollmer Acedo, formó parte, junto a Alberto Vollmer y Ana Vollmer de Estrada, de la primera junta directiva de la Fundación Andrés Bello, que administra la donación.
El evento también sirvió rendir homenaje al empresariado y anunciar la próxima inauguración del Muro de Honor, una instalación que mezcla arte, arquitectura y diseño industrial, que servirá para hacer un reconocimiento público –con las categorías platino, oro, plata y bronce– a las personas e instituciones que han hecho aportes económicos para que la universidad funcione y pueda mantener su política de subvenciones de la matrícula a quienes más lo necesiten.
Entre la Cátedra Andrés Bello y el acto de entrega de la Orden UCAB, hubo la intervención musical de un dúo de cuerdas de la Escuela de Música Mozarteum Caracas, integrado por las jóvenes Verónica Navarro y Teresa Mejías, quienes interpretaron obras de los compositores Schubert y Mozart. La escuela Mozarteum es un programa de Responsabilidad Social del Banco Activo.
El rector de la UCAB, Francisco José Virtuoso, celebró la trayectoria de Vollmer y agradeció el apoyo histórico que su familia ha brindado a la institución, así como los aportes que, a lo largo de 66 años, diversas empresas privadas han hecho a la universidad.
“Esta trayectoria ha sido posible porque hemos sabido trabajar en alianza y cooperación con mucha gente. Hoy hemos querido reconocer en Gustavo la trayectoria de la familia Vollmer y de muchos empresarios que hacen posible esta historia. Todas esas buenas voluntades que siguen haciendo posible que la UCAB siga en pie. El 42% de nuestros estudiantes recibe cooperación económica y eso no sería posible sin la cooperación de mucha gente”.
Virtuoso añadió que entre los objetivos estratégicos de la UCAB “está seguir profundizando esta relación entre universidad y empresa. La nueva era está marcada por la economía del conocimiento y obliga a que estrechen su relación. Eso lo queremos hacer a través de conjunto de iniciativas que ya están en proceso de diseño y preparación y las queremos llevar adelante a partir del próximo semestre, en áreas de emprendimiento, desarrollo de programas de formación conjunta e investigación. De esa conexión va a depender el desarrollo del talento y la formación de los jóvenes”.
Destacó, asimismo, que lo que más le inspira de la figura de Andrés Bello “es esa pasión intelectual para construir república”, señalando que la UCAB trabaja por seguir ese legado.
“Empresa y universidad tienen que hacer audaz alianza productiva”
El padre Luis Ugalde, en su discurso de orden, hizo un paseo por la historia de la UCAB, desde las ilusiones que le dieron origen a mediados del siglo pasado hasta las expectativas que se plantea de cara al futuro inmediato, tiempo a lo largo del cual la familia Vollmer ha estado comprometida con la institución, señaló.
“Gustavo Julio, tengo la seguridad de expresar el sentir de la comunidad ucabista y de la Compañía de Jesús al felicitarle por la Orden Universidad Católica Andrés Bello por todo lo que usted y su familia han hecho por esta universidad católica. Estamos convencidos de que el renacer de la nueva etapa no parte de cero, sino que se levanta sobre sólidos cimientos construidos en estos 66 años. Usted, Gustavo Julio, y nosotros, compartimos inquietudes y visión creativa e innovadora cimentada en la tradición educativa de la Compañía de Jesús y que se nutre del sentido e inspiración cristiana como el alma que anima e inspira a esta universidad”.
Recordó que la universidad “nació de la convicción de que Venezuela requería un aporte educativo católico a nivel universitario”, pero en 1950 “las posibilidades lucían muy escasas”, porque no contaban con los recursos, para esa fecha el Estado no había autorizado ninguna universidad privada y “algunas corrientes políticas reclamaban la reexpulsión de los jesuitas”..
Ugalde recordó que Gustavo Vollmer padre fue el primer presidente de Fe y Alegría, institución que nació por el impulso del padre José María Vélaz para “fomentar el espíritu apostólico” en los estudiantes universitarios de la UCAB. Hoy es “modelo del encuentro colaborativo de la familia, la sociedad y el Estado en la producción de escuelas de calidad allá donde hay necesidad” y ya cuenta con millón y medio de alumnos en 2.000 planteles en América Latina, Europa y África.
“Nunca como ahora en esta tragedia nacional ha estado tan claro el papel de la UCAB en la colaboración creativa para trasformar las barriadas precarias en hábitat humano y acogedor con servicios fundamentales de calidad”, reflexionó el exrector.
Recordó que en 1996, Vollmer apoyó el proyecto que evolucionó hasta ser lo que hoy se conoce como la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI). “Gustavo Julio estuvo entre los primeros empresarios que se comprometieron a apoyar el ambicioso estudio científico y participar directamente en las discusiones periódicas de sus resultados”.
Sobre el presente y el futuro, Luis Ugalde afirmó que la UCAB “está a la vanguardia de las universidades que estudian planes y propuestas para el cambio y reconstrucción”.
“Se impone la evidencia de que la verdadera riqueza del país está en el talento creativo e innovador de los venezolanos y su transformación en la capacidad de producir. Ahora, la universidad y la empresa si no quieren perecer tienen que hacer una novedosa y más audaz alianza productiva para impulsar de manera extraordinaria el renacer de ambas y de Venezuela entera. En adelante, desde el diseño de las carreras, pasantías, tesis, investigaciones, todo tiene que estar dirigido a la nueva productividad tanto económica, social y ciudadana”.
Vollmer: “Un líder debe ser generador de esperanza”
El economista y empresario Gustavo Julio Vollmer acudió al acto, que se desarrolló en el auditorio “Padre Gustavo Sucre .s.j.”, acompañado de su esposa, Ana Teresa Sosa Branger, su hijo Gustavo Alberto Vollmer Sosa y otros familiares.
Visiblemente emocionado, en su discurso de agradecimiento señaló que “nada de lo que hacemos es posible hacerlo solo”, luego de haber compartido con los presentes una historia conmovedora para significar la gran importancia que, a diario, tienen los pequeños actos, ordinarios y aparentemente intrascendentes. El protagonista de su relato, un aviador derribado, había salvado la vida porque su paracaídas estaba bien armado.
“Gracias por esta distinción que significa mucho y me obliga más. Gracias a los que han preparado mis paracaídas, mamá, papá y Ana Teresa. Por encima de todo, gracias a Dios por tantas bendiciones recibidas, que nos dé fuerza para no tirar la toalla”.
Expresó que la mejor forma de contribuir con el país “es seguir haciendo todo lo posible por mantener las instituciones en pie” y compartió reflexiones íntimas sobre sus razones para seguir en Venezuela.
“Aquí tengo mis raíces y mi familia. Mi familia tiene más de 200 años en Venezuela. A lo largo de la historia han sido gente de trabajo honesto, de compromisos con el país, de responsabilidad hacia la gente que lo rodea. Creo que se es el mayor patrimonio que nos han encomendado”.
Describió las características que cree debe tener todo líder: “sentido de trascendencia, alinear las creencias personales con la organización a la que sirve, ser generador de esperanza inquebrantable, claridad de propósito y disposición a seguir estableciendo alianzas”. Recomendó valorar “las pequeñas victorias de todos los días, pequeñas y todos los días”, recalcó.
“A Andrés Bello se lo llevó la revolución”
En la conferencia dedicada a Andrés Bello, la historiadora Inés Quintero repasó la evolución que en Venezuela hubo sobre la figura de Andrés Bello, como hombre y sobre su legado intelectual.
Quintero relató que durante el siglo XIX no hubo lugar en las obras fundacionales de nuestra historiografía para figuras que, como Bello, se ocuparon de las humanidades, del pensamiento, de la poesía, de la lectura y de la investigación, porque se prefirió dar relevancia a los que empuñaron las armas.
En un discurso breve citó “no solo las omisiones en torno a la figura Andrés Bello sino también las polémicas valoraciones que hubo durante buena parte del siglo XIX, e incluso en algunas obras del siglo XX, respecto a su actuación pública”. También abordó “el lugar que se le ha otorgado al primer humanista de América en estos años de la llamada revolución bolivariana”.
Dijo Quintero que no fue hasta el siglo XX cuando hubo interés por destacar la relevancia de Andrés Bello y los organismos del Estado y las academias iniciaron la recuperación institucional de su obra y pensamiento. Así, en 1930 se inaugura la primera estatua de Andrés Bello en Venezuela, en el marco de los actos del centenario de la Constitución de 1830, aunque eso “no tuvo nada que ver con su vida ni producción intelectual”, pero cubrió de algún modo un largo olvido sobre su figura.
En 1934, la Academia Nacional de la Lengua abrió un certamen de literatura que ganó el joven Rafael Caldera –dos veces presidente de la nación– con el libro titulado “Andrés Bello”.
Luego, a partir de la llegada a Venezuela de Pedro Grases, en 1937, “uno de los más entusiastas lectores y divulgadores de la obra de Bello”, éste adquiere relevancia, y es aún mayor cuando por instrucción de Rómulo Gallegos, Grases se inicia la edición venezolana de las obras completas de Bello, lo que se concreta en plena dictadura, en 1952, “casi 130 años después de que fueran editadas en Chile en el centenario de su nacimiento”.
“Desde que se editaron las obras completas, la investigación sobre de Andrés Bello quedó establecida como espacio académico de conocimiento especializado en las distintas áreas del saber humanístico que encierra la larguísima producción intelectual del gran humanista hispanoamericano, reconocido así en el mundo entero”.
En 1953, recordó Inés Quintero, la Universidad Católica decidió bautizarse con el nombre de Andrés Bello.
Sobre el tratamiento que la revolución chavista le ha dado a Andrés Bello, Quintero relató el deterioro de la que fue declarada en 1973 “Casa de Bello”, donde estuvo la casa natal del humanista; pero que desde 1999 fue rebautizada “Casa nacional de las letras Andrés Bello” y a la que, poco a poco, se le cambiaron las adscripciones administrativas, fines y objetivos. Mencionó que el mobiliario y documentos no corresponden con el inventario original.
Terminó este segmento de su conferencia, tomando el título de un libro digital de la autora Carmen Brito Arocha, porque sintetizaba lo ocurrido en las últimas dos décadas: “A Andrés Bello se lo llevó la revolución”.
Texto: Elvia Gómez Fotos: Manuel Sardá/Oswer Díaz
Con información de El Ucabista