Priorizar el gasto público en programas sociales y recuperación de la infraestructura, solicitar asistencia financiera internacional, formalizar la coexistencia del bolívar y el dólar y liberar el mercado cambiario son algunas de las acciones de corto plazo sugeridas en los “Lineamientos generales para un programa de estabilización macroeconómica para la transición”, propuesta recientemente publicada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES UCAB).
El documento fue elaborado por los economistas Luis Zambrano Sequín, individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas e investigador del IIES-UCAB, y Leonardo Vera, profesor investigador de la Universidad Central de Venezuela y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Ecuador.
El plan apunta a ejecutar, durante un año, una serie de reformas que tienen como objetivo “conducir y consolidar un quiebre significativo en la tasa de inflación, que se acompañe además con muestras claras y firmes de recuperación de la actividad económica y en la calidad de vida de la población”, cuyo ingreso per cápita -advierten- ha retrocedido 73 años «para ubicarse en los niveles registrados en el año 1946».
“Sin un programa de estabilización macroeconómica integral y mínimas pero importantes reformas institucionales, el clima que se avecina para Venezuela es sombrío. Incluso un pequeño rebote en la producción doméstica, como algunos analistas prevén para este año 2021, no estaría señalizando sino una trayectoria de ‘estabilización en el foso’”, señalan los autores, quienes recuerdan que la economía venezolana se contrajo entre 71 y 74 % en los últimos siete años.
Los economistas llaman a las élites del país a “darse una oportunidad histórica” y construir un “gobierno de unidad nacional que ponga en marcha no sólo un proceso de transición en lo político, sino además que cree las condiciones para diseñar e implementar un programa de estabilización y reformas tempranas que den viabilidad a la transición y sienten las bases firmes hacia una nueva economía”.
De acuerdo con Zambrano y Vera, la política fiscal de corto plazo debe enfocarse en obtener financiamiento para gestionar “dos canales de gasto público”: uno para generar programas de transferencias monetarias y apoyo social, así como la reconstrucción de las redes de salud y alimentación; y otro para atender un plan de emergencia que permita comenzar a reconstruir la infraestructura en materia de servicios públicos.
“Los recursos para ejecutar los dos grandes canales de gasto público comentados anteriormente deben provenir de fondos internacionales de tipo concesional, preferiblemente, créditos puentes, donaciones y otras fuentes de recursos de desembolso rápido y sin pesada condicionalidad. Esto mientras Venezuela gestiona ante los organismos multilaterales un paquete de préstamos”.
En este sentido, los expertos señalan que durante la aplicación del programa deben realizarse esfuerzos para reestructurar los pasivos internacionales de la República y de PDVSA.
“Este proceso debe contar con un sólido apoyo de los multilaterales y de los países aliados, y debe generar el suficiente alivio como para que Venezuela por los primeros años, y mientras ocurre la recuperación, no tenga que desembolsar recursos”.
Adicionalmente, proponen descartar “cualquier aumento de tarifas por servicios públicos o alícuotas de impuestos” durante el primer año, aunque creen necesario restablecer la recaudación fiscal ordinaria, especialmente la vinculada al IVA, pechando las operaciones que se realizan internamente en moneda extranjera. “La dolarización de la economía implica dolarizar también, al menos parcialmente, la tributación”
En el ámbito monetario, los profesores Luis Zambrano Sequín y Luis Vera creen “inevitable”, desde el principio de la aplicación del programa de estabilización, formalizar un sistema bimonetario en el que coexistan el dólar y el bolívar. Para ello, sostienen que se debe permitir al sistema financiero trabajar libremente en ambas monedas, “siempre y cuando exista una adecuada regulación prudencial y supervisión que evite algún tipo de descalce de monedas”.
También proponen medidas que apoyen “el restablecimiento de las vinculaciones del sistema financiero nacional (en su sentido amplio) con el sistema financiero internacional, para fomentar una ágil y más completa operación del mercado cambiario, para el restablecimiento del comercio internacional (cartas de crédito), para la promoción del mercado de capitales, y para el buen funcionamiento de los flujos de remesas”.
Recuperar la reputación del Banco Central de Venezuela (BCV) es otra de las medidas estratégicas del programa, con el fin de manejar las expectativas de los agentes económicos.
“Venezuela debe ir a un proceso de reforma monetaria que comienza por una modificación rápida y temprana de los estatutos del Banco Central de Venezuela (BCV), de su directorio, del manejo de la información que tiene carácter público, así como del proceder de la política monetaria y la fórmula con que se transmite al público”, dicen los expertos, quienes, entre otras cosas, proponen “cambiar el contrato que por décadas obliga a la industria de los hidrocarburos a vender todas las divisas generadas por la venta de crudos y derivados al Banco Central de Venezuela”.
También sugieren el establecimiento de una “nueva escala monetaria con la supresión de varios ceros de la moneda doméstica”, dada la pérdida de su valor ante la inflación, la cual sería apuntalada con acciones que restablezcan la confianza en el bolívar.
“Es en ese momento que la oportunidad se hace propicia para una nueva reconversión monetaria con la introducción de una nueva moneda con paridad 1 a 1 con el dólar. Para eso se requieren señales claras de que hay un proceso de remonetización en marcha, síntomas de estabilidad en el mercado cambiario y consolidación institucional, especialmente del BCV”.
En el ámbito cambiario, los economistas proponen instaurar “un régimen de flotación sin sobrevaluación en la tasa de cambio” a través de un mercado de monedas libre, ágil, de fácil acceso, sin fricciones, transparente y con plena información que permitiría una paridad equilibrada entre el dólar y el bolívar.
“Dejar que el mercado indique la paridad de equilibrio es lo mejor que puede hacerse en el corto plazo si la meta es de tipo de cambio real. A partir de allí intervenciones del BCV para evitar desalineamientos relevantes respecto a la meta de tipo de cambio real son deseables”.
Para evitar la volatilidad en la variación del dólar, Zambrano y Vera insisten en “reformas institucionales que le impriman confianza al régimen monetario”, además de asistencia financiera internacional en divisas “que permita constituir un fondo de reservas líquidas con la capacidad de atender en forma suficiente una potencial o hipotética huida de los saldos líquidos en bolívares de la economía, y que permita atender, eventualmente, desalineaciones del tipo de cambio real de su meta”.
Como consideración final, los economistas recordaron la necesidad de construir acuerdos institucionales, que permitan darle solidez y credibilidad al programa económico de cara al futuro.
“El éxito de un programa de estabilización depende en buena medida de las posibilidades que tenga el público de percibir una trayectoria coherente de políticas y reformas a futuro. En un plan concebido inicialmente para apenas 12 meses, definir y dar a conocer esa trayectoria es crucial, pues ayuda a consolidar expectativas que desde el día 1 contribuyen al éxito del programa. La credibilidad en esa trayectoria se gana con acuerdos políticos sólidos que requieren, entre otras cosas, de habilidades especiales de negociación y disposición por parte de todas organizaciones políticas”.
El documento completo “Lineamientos generales para un programa de estabilización macroeconómica para la transición”, preparado por los profesores Luis Zambrano Sequín y Leonardo Vera, está disponible para consulta y descarga, haciendo clic aquí: https://bit.ly/3rqLLoT
Con información de El Ucabista