Erika Karla Matthews Bolívar es egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, sede Guayana, en donde estudió Derecho y obtuvo su título en enero de 2025. Sin embargo, tuvo que pasar mucho antes de llegar hasta ahí. Nació en Tumeremo, siendo nativa de la comunidad indígena de San Martín de Turumbang, cerca del Esequibo entre Venezuela y Guyana. Indígena akawaio por parte de papá e indígena pemón kamaracota por parte de mamá, lo que quiere decir que proviene de dos etnias que con orgullo lleva en la sangre.
Desde temprana edad fue muy estudiosa y siempre decía que quería comenzar la universidad inmediatamente después de que obtuviese su título como bachiller. Cursó sus estudios desde el preescolar hasta el cuarto año de bachillerato en San Martín, pero la educación en el pueblo era deficiente y sus papás se preocupaban mucho por darle la mejor formación posible, por lo que su último año comenzó a estudiarlo en Puerto Ordaz y lo terminó en un colegio adventista de la comunidad Maurak, en la Gran Sabana, a causa de las protestas que había en el país en 2014.
Matthews creció viendo a sus padres ser, más que solo una maestra y un enfermero, dos herramientas muy importantes en su comunidad en cuanto a educación y salud se refería. “Verlos apoyar a la comunidad en sus trabajos fue lo que hizo que una parte de mí entendiera que uno vino a este mundo a servir”, afirmó la abogada ucabista. El amor, el compromiso y el liderazgo que tenía su padre por su trabajo la inspiraron de tal manera que en su momento quiso estudiar medicina. Esa decisión cambiaría más adelante.
Su vida tomó un giro muy inesperado el 21 de abril del 2015, cuando secuestraron a su papá. No supieron nada de él durante dos largas jornadas, hasta que al tercer día lo encontraron sin vida. “Hasta ahora, se desconoce el motivo y no ha habido justicia por lo ocurrido ese día en la comunidad”, sentenció Matthews. Tenía 17 años cuando quedó huérfana de padre. En septiembre del mismo año, tomó la decisión, junto a su mamá y sus tres hermanos, de irse del pueblo para vivir en la otra comunidad indígena a la que pertenecen por parte materna, llamada Santa María del Vapor, donde actualmente vive y de la cual ha recibido un gran apoyo.
Para ganarse la vida, tuvieron que trabajar en la minería. Lo que hacían se alejaba mucho de lo que Erika siempre había soñado, pero al menos le permitió ahorrar lo suficiente para viajar a Puerto Ordaz y vio en ello una oportunidad de cambiar de ambiente. “Luego de todo lo que había presenciado en las comunidades, entendí que la única manera de poder superarme era saliendo a prepararme, porque en algún momento me tocaría enfrentarme a esta situación”, relató la ucabista, añadiendo que entender esto fue crucial para encontrar su camino hacia la universidad.
La recibió en Ciudad Guayana el profesor José Trujillo, quien le había dado clases de Educación Física en el liceo y reconocía en ella sus habilidades deportivas, un área en la que Matthews destacaba. Trujillo la invitó a jugar fútbol a la UCAB y ese día le presentó al profesor Pedro Guzmán, el entonces coordinador de Deportes, para que la viera jugar. Luego de que terminara el partido, Guzmán estuvo de acuerdo en que la joven jugara en la universidad.
Matthews escuchaba mucho de la UCAB, pero jamás se había imaginado estar en el campus. “Y cuando entré, mi primera impresión fue que todo era deslumbrante, muy grande y hermoso”, admitió. También aseguró que se enamoró de la universidad desde la primera vez que vio, pero creía que era imposible para ella estudiar allí. No obstante, con el dinero que había ahorrado trabajando arduamente, decidió que tenía que formarse para luego servir a sus comunidades, como lo habían hecho sus padres.
Se puso en contacto nuevamente con el profesor Guzmán, quien la ayudó a hacer su preinscripción en línea. Matthews presentó la prueba de admisión y quedó seleccionada. Realizó su inscripción, enfrentándose a dificultades que logró superar, y luego tuvo que buscar alquiler para empezar una vida completamente independiente. “Creciendo en la comunidad, gracias a Dios no me faltaba nada. Así que luego asimilar que tenía que salir adelante sin mi papá y encargarme de mis cosas yo sola, sin alguien en la ciudad que me guiara en todos estos procesos, fue difícil”, explicó nuestra egresada.
“Desde que entré a la UCAB, siempre me identifiqué como lo que soy. Decía en mis presentaciones que vengo de una comunidad indígena, y eso hacía ruido dentro de la universidad”.
Contó también que cuando cursaba su tercer semestre ya no tenía los suficientes recursos económicos para pagar la universidad. Había considerado desertar cuando recibió una llamada del Vicerrectorado, de parte de Arturo Peraza, el actual rector de la UCAB. La habían llamado porque, luego de estudiar su situación socioeconómica, querían ofrecerle una Beca Andrés Bello.
La ahora abogada ucabista agradeció mucho la oportunidad, pues, como explicó en aquella reunión, ella no estaba en la universidad porque la hubiesen mandado a estudiar, sino por iniciativa propia, y que había venido sola, costeando todo por su propia cuenta. “Salí de mi comunidad y empecé a vivir esta vida independiente desde muy temprano, así que la UCAB para mí ha sido como un hogar que me vio crecer y me formó en conocimiento. Todo lo que soy hoy en día es gracias a la UCAB Guayana”, puntualizó Matthews.
También recordó lo mucho que la apoyaron sus profesores. “Ellos forman parte de lo bonito que ha sido la UCAB para mí. Recuerdo una vez que hicimos un conversatorio abierto a la comunidad universitaria e incluso externos para que conocieran un poco más sobre la cultura indígena de nuestro país”, contó Matthews, quien estuvo al frente de esta actividad en conjunto con algunos docentes.
Por su parte, la profesora Gloria Montenegro la ayudó a sentirse incluida y valiosa cuando, en la asignatura de Derecho de Familia, la invitó a que impartiera la clase sobre los Derechos Indígenas. “Al entrar a la universidad, yo pensaba que no me tomarían mucho en cuenta por el simple hecho de ser indígena. Pero esta profesora marcó mi vida porque mostró su interés en que otros vieran el mundo del que vengo mediante una persona que pertenece a una de estas comunidades, y me lo pidió a mí”, comentó la joven nativa, agregando que, luego de esa experiencia, otras personas, algunos compañeros, también se interesaron en conocer más sobre su cultura y costumbres.
Así fue que les enseñó un poco de los dos idiomas que habla, y que hay un mundo muy diferente al de ellos, pero que igualmente guardan ciertas similitudes. Una vez le pidieron que les compartiera algo de su origen y Matthews hizo un ejemplo claro de cómo es su cultura contando sobre el tumá: “es un plato típico, una especie de consomé que lleva pescado y picante, y se come con casabe. En nuestra cultura, invitamos a la mesa a las personas que van pasando y que se van acercando, sin importar quiénes sean. Es una forma de socializar con las demás personas”. Su recuerdo del tumá es también una muestra de cómo ha conectado con el mundo occidental sin dejar atrás el mundo indígena.
El interés que mostró parte de su entorno por su historia hizo que Matthews rompiera el hielo y se abriera a compartir más sobre su experiencia de vida, lo que la llevó a conectar con periodistas y medios de comunicación, al punto de que su nombre alcanzara otras fronteras. Entonces comenzaron a surgirle oportunidades para colaborar en proyectos vinculados con su carrera y con su origen a la vez, que le mostraron algo que no siempre estuvo tan claro: el camino que quería seguir como profesional. “Cuando comencé la universidad, lo veía como un deber que tenía con mi comunidad, para defenderlos de todas las vulneraciones e irregularidades que estaban pasando”, aseveró.
Su primer proyecto internacional con la organización People In Need trató acerca del Fortalecimiento de Líderes y Lideresas en temas de Derechos Humanos y Derechos Indígenas, obviamente. Esto la hizo prepararse más para poder compartir sus conocimientos con los miembros de la comunidad de la que proviene. Llevó talleres sobre temas de jurisdicción territorial en compañía de especialistas. “Todo eso fue un abreboca de lo que más adelante me iba a gustar: trabajar con proyectos, tener que visitar comunidades, para dictar talleres, hablar sobre estos temas de Derechos Indígenas”, especificó Matthews.
Desde entonces, nuestra egresada ha recorrido algunas otras comunidades a las que ha enseñado también sobre sus derechos para empoderarlos. “Veo necesario impartir esta información que he ido adquiriendo, y así como doy clases, también aprendo de ellos”, indicó. Asimismo, Matthews señaló que aunque las comunidades indígenas están organizadas, dentro de su estructura necesitan personas profesionales que sean de su raza, de su etnia. “Me gustaría ser yo quien les dé esa confianza y que puedan contar conmigo para cualquier contrato o convenio. Siento que mi carrera va a ser esa herramienta para mis dos comunidades”, afirmó.
Recientemente, Matthews finalizó un proyecto relacionado con los satélites de inclusión en su comunidad, Santa María del Vapor. Este proyecto surgió después de completar el que tenía con la organización People in Need, para el cual recibió un financiamiento que cubrió sus honorarios y los de los facilitadores. Con su graduación acercándose y la necesidad de regresar a su pueblo, la joven buscaba una forma de mantenerse económicamente. Consideró comprar una antena para ofrecer servicios de internet en la comunidad.
Al enterarse de esto, el rector Peraza sugirió que uniera esfuerzos con una investigación sobre el uso del internet en comunidades indígenas que estaba desarrollando la UCAB. Todo esto encajó con los planes de la abogada de trabajar con antenas en su comunidad, lo que le permitió combinar sus intereses con oportunidades de investigación y desarrollo comunitario. Así comenzó a explorar cómo los miembros de su comunidad utilizan el internet, cuántas horas al día se conectan y qué temas les gustaría conocer. Estos datos estarán compilados en el artículo resultado de la investigación, próximo a publicarse.
Para Matthews, el logro más grande ha sido superar todos estos obstáculos para obtener su título universitario, y en el proceso haber conseguido el apoyo de tantas personas fuera de su comunidad y su familia que la han apoyado. “Yo siento que la UCAB ha hecho de mí una gran persona que puede llegar a ser un líder indígena en su comunidad, que trabajaría para el beneficio de su pueblo. La excelencia que nos enseñan me llevará a ser una persona que lleve su trabajo con ética y mucho fundamento”, añadió.
Ahora que ha descubierto hacia dónde quiere orientar su carrera, Matthews espera hallar más oportunidades laborales como en las que ha participado hasta ahora, porque realmente es lo que más le gusta. “Me ha ayudado mucho a crecer, a aprender, a difundir mis conocimientos y ayudar a mi comunidad, y me encantaría seguir ayudándolos. Pienso que es algo muy necesario”, enfatizó la ucabista.
Matthews es una clara muestra de lo que se puede cuando el compromiso social se enmarca en un propósito tan genuino como es el de trabajar por la comunidad de origen. Aunque no todos pertenezcamos a una etnia indígena, tampoco vivimos aislados, y la historia de Erika nos invita a pensar qué podemos hacer para vernos como comunidad, sumar esfuerzos y trabajar por el bien común. Es un ejemplo de esa resiliencia que, como ucabistas y venezolanos, también podemos encontrar en nosotros mismos.
Texto: Patricia Caballero / Fotos: Cortesía de Erika Matthews y Marieysa Ostos / Videos: Andrés Camacaro.