Formar de emergencia a quienes están llenando el vacío dejado por los maestros en las escuelas, crear fondos solidarios para atender la situación salarial de los profesores y reconsiderar la gratuidad de la educación universitaria fueron algunos de los planteamientos ofrecidos por Luisa Pernalete, Tulio Ramírez y Leonardo Carvajal durante un foro celebrado en la UCAB
Con 25% de deserción docente y la pérdida de 1.2 millones de alumnos, nada más en los niveles de primaria y secundaria, el sistema educativo nacional vive una enorme crisis. Para discutir sobre las repercusiones de estas cifras, el pasado jueves 24 de febrero se llevó a cabo, en el campus Montalbán de la UCAB, el foro “¿Quién está educando en nuestras instituciones educativas? Formación permanente y éxodo del docente venezolano”, organizado por la Facultad de Humanidades y Educación y la Escuela de Economía de la universidad, con apoyo de la Fundación Konrad Adenauer.
La lista de ponentes estuvo integrada por tres expertos de dilatada trayectoria en investigación sobre el tema: Luisa Pernalete, coordinadora de Educación para la Paz de la red Fe y Alegría; Tulio Ramírez, investigador y director del Doctorado en Educación de la UCAB; y Leonardo Carvajal, investigador del Centro de Investigación y Formación Humanística (CIFH) de la UCAB y fundador de la ONG Asamblea de Educación. La moderación estuvo a cargo del decano de la Facultad de Humanidades y Educación, José Francisco Juárez.
Los especialistas coincidieron en que el abandono de las aulas, por parte de maestros y profesores, es un fenómeno que debe ser atendido más allá del salario y supone acciones de emergencia que permitan atajar la crisis a corto plazo, además de un acuerdo nacional que incluya reformas institucionales y de funcionamiento.
UN ASUNTO PREPANDÉMICO
Tras el inicio de la pandemia por Covid-19 en Venezuela, en marzo de 2020, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reportó 8,9 millones de estudiantes venezolanos afectados por el cierre de instituciones educativas en los diferentes niveles. Sin embargo, según Luisa Pernalete, la paralización del sistema educativo venezolano no es consecuencia del confinamiento por el coronavirus, sino el resultado de una mezcla de problemas que tienen mucho más tiempo.
“El trabajo en educación básica y la educación venezolana está en emergencia desde antes de marzo de 2020. Ya tenemos 4 o 5 años con la rutina escolar alterada, sin clases diarias, sin presencia todo el día del maestro, sin asistencia regular de los muchachos y sin suficientes maestros, en primer lugar, por los bajos salarios”, comentó.
La representante de Fe y Alegría señaló que, nada más en la red a la que pertenece, constituida por 177 colegios y liceos en todo el país, la deserción docente ronda el 40% a escala nacional.
“Entre 40% y 50% de los docentes han dejado las aulas. Por ofrecer algunos datos parciales, en Fe y Alegría perdimos 35% de nuestro personal, la mayoría de las escuelas que tienen bachillerato. Esto debido a que un docente de especialidades técnicas, como refrigeración o electricidad, gana más ofreciendo sus servicios en un día que en un mes de trabajo en las escuelas. Hay más de 2.000 cargos vacantes en las escuelas de Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC). No quiero ni pensar la cantidad de horas disponibles ni cargos vacantes en la educación pública”, opinó.
MÁS QUE UN PROBLEMA DE CANTIDAD
Pernalete también advirtió que la falta de profesores “no solamente es un problema de cantidad, sino de calidad”, pues señaló que quienes siguen en las aulas son «educadores sin formación, acompañamiento ni incentivo”.
- Profesores sin formación: “No solamente estoy hablando de actualización tecnológica, sino también emocional. Educar es mucho más que mandar tarea y ciertamente no veo iniciativas masivas para actualizar a los docentes. Insisto, no solamente en asuntos tecnológicos, estoy hablando en términos generales para educar hoy en un mundo en el que se está haciendo muy exigente y muy cambiante”, comentó Pernalete.
- Educadores sin acompañamiento. “Esto es muy importante. Así como los alumnos, los profesores también necesitan acompañamiento psicoafectivo. También los educadores necesitan acompañamiento no solo por salud mental sino porque necesitan asesoramiento apoyo trabajo en equipo”, indicó.
- Profesores sin incentivo: La profesora expuso que los bajos montos que reciben los maestros por su trabajo los han llevado a realizar otras actividades para costearse la vida, lo que imposibilita que exista una generación de relevo capaz de asumir la educación de los jóvenes en formación.
“Los que quedan, los que resisten, son maestros con gran vocación. Algunos que subsidian sus trabajos dando clases dirigidas en otros turnos, creando emprendimientos en sus casas y algunos del estado Bolívar recurren al trabajo de minería para poder redondear sus ingresos. También hay una falta de generaciones de relevo. Eso nos tiene muy preocupados por cómo estamos sustituyendo a los profesores que están faltando o cuántos salones han cerrado porque no hay quien atienda a los muchachos”, sostuvo.
La profesora aseveró que los venezolanos “no pueden dejar solos a los educadores en la defensa de la educación”. Añadió que “lo único que buscan es que se respete lo establecido en el artículo 91«, que señala que todo trabajador en Venezuela debe ganar un salario suficiente para poder mantenerse. “Eso es lo que se está pidiendo. Necesitamos un acuerdo nacional y uno de los principales elementos del acuerdo es cuidar a los maestros”, enunció.
LA DURA REALIDAD DE LOS SALARIOS
El director del Doctorado en Educación de la UCAB, Tulio Ramírez, presentó una tabla actualizada de los salarios de los docentes, según la cual los sueldos de los maestros venezolanos no superan, en términos generales, los 13 dólares y son los más bajos del continente.
“Los sueldos de los maestros oscilan entre $8 y $13. En un país como Haití, los sueldos de maestros giran entre $273 y $400. Alguien podría decir que las cifras de entre 8 y $13 son exageradas porque los maestros reciben bonificaciones de 25% por la actividad docente y 30% por postgrado. La tabla actualizada refleja que un docente de categoría III recibe mensualmente $43, 87 si tiene posgrado, pero si no lo tiene recibiría $28,7. Si esta es la tabla más real, de igual manera tenemos los sueldos más bajos de América Latina”, indicó.
Ramírez indicó que con ese sueldo, un docente III “es capaz de comprar solamente 10,17% de la canasta alimentaria”, la cual se ubicó, en diciembre de 2021, en $431, 71, según cifras del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).
MÚLTIPLES CAUSAS DE RENUNCIA
Ramírez aseguró que, si bien los salarios no son suficientes, no constituyen la única causa de deserción docente. Presentó datos comparativos de tres investigaciones (realizadas en tres tiempos distintos) según los cuales, ya para 2018, la insatisfacción de los educadores se relacionaba en 72% con la falta de reconocimiento profesional; 83% con el ambiente de trabajo; 98.3% con las remuneraciones; 70% con el trabajo en sí y 75.8% con la autonomía profesional.
“Aunque los sueldos son un factor que puede explicar con mucha fuerza el que los docentes se estén yendo de las aulas y en el país o emigren hacia otros oficios, hay otros factores que están detrás de la cortina y que están empujando de manera muy decisiva al docente a dejar el aula”, dijo.
El control político, la injerencia de extraños a la escuela en las evaluaciones docentes, la imposición de textos escolares con contenidos sesgados, la pérdida de beneficios compensatorios, la incorporación de personal no preparado en las aulas, así como el chantaje laboral y obligación de participar en actos proselitistas, se cuentan entre algunas de las causas que han incidido en la renuncia masiva de educadores.
FORMACIÓN DE EMERGENCIA
Junto a deserción de los profesionales, el experto indicó que la poca demanda de la carrera de Educación entre los jóvenes también está afectando la calidad del sistema educativo. Precisó que en las principales universidades que dictan la licenciatura en el país, el número de estudiantes se redujo en un 70%, lo que quiere decir que no hay maestros de relevo para formar a las nuevas generaciones.
“La renuncia de los docentes y la falta de interés por estudiar la carrera de educación, imposibilita la mejoría de las condiciones del sector en los próximos años (con el mantenimiento del mismo gobierno)”, advirtió Ramírez, quien mencionó que quienes están asumiendo el vacío dejado por los maestros son los jóvenes integrantes del programa «Chamba Juvenil», creado por el gobierno de Nicolás Maduro con el fin de “promover la capacitación e incorporación de los jóvenes venezolanos con edades comprendidas entre 15 y 35 años de edad”.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), 4% de la población venezolana se beneficia de ese programa (1.120.000) y muchos fueron graduados por el gobierno, en un lapso de tres meses, como docentes de Física, Biología, Química, Matemáticas e Inglés.
Ramírez fue enfático al señalar que estos muchachos no tienen la preparación adecuada para dar clases y afectarán sensiblemente la preparación de sus alumnos. Por ello, planteó la propuesta de crear cursos gratuitos o de muy bajo costo, brindados por las universidades e institutos pedagógicos públicos y privados de forma expedita, rápida y “no conducente a título de docentes, sino para desarrollar competencias docente en los muchachos de la Chamba Juvenil”.
Leonardo Carvajal, investigador del Centro de Información y Formación Humanística de la UCAB y fundador de la ONG Asamblea de Educación, coincidió con Ramírez en la idea de la creación de una “oferta de cursos cortos sobre contenidos y didácticas de las distintas áreas de conocimiento presente en el pensum de primaria y bachillerato”.
“Creo que es hora de sesgar temporalmente el empeño de ofrecer carreras largas en Educación. Es hora de cambiar la oferta y tratar de beneficiar cada año a varios miles de los docentes improvisados que están ocupando las aulas. Los cursos se deberían brindar tanto en modalidades presenciales, semipresenciales y virtuales. Deben ser cortos pero sustanciosos y permitir acumular créditos para la obtención de títulos de técnico superior universitario a quienes lo deseen y se formen a lo largo de dos o tres años. Creo que sí las instituciones se focalizaran en esta nueva tarea, podrían usar con mucho más provecho, el talento de su profesorado”, indicó.
Explicó que “a través de acuerdos con alcaldías, asociaciones con plantel privados y con el Ministerio de Educación, una institución como la UCAB podría formar a miles de educadores en ejercicio, en vez de consumir la atención en unas pocas decenas de jóvenes que actualmente tiene a su cargo”.
REPENSAR LA GRATUIDAD DE LA FORMACIÓN SUPERIOR Y CREAR FONDOS SOLIDARIOS PARA LOS DOCENTES
“La gratuidad irrestricta en nivel de educación superior representa un subsidio inequitativo en favor de quienes más tienen”. Partiendo de esta premisa, el fundador de la ONG Asamblea de Educación propuso que la sociedad se apegue al principio de equidad para “contribuir según la disponibilidad económica del estudiante, al sostenimiento de los servicios públicos y de la educación”.
“Lo sabemos y lo aplicamos a gas, luz, agua, electricidad, internet, es hora de también aplicarlo al campo de la educación superior. Se deberían organizar fondos de solidaridad, mientras dure el atroz hundimiento económico que sufre Venezuela, constituido con los aportes económicos de las familias de los estudiantes, en razón de sus disponibilidades, para proporcionar a los profesores de sus hijos los ingresos que el Gobierno nacional ni ha confiado ni confiará”, indicó.
Según el profesor de la UCAB, “aunque los ingresos del fondo ciertamente no podrán alcanzar los montos que por comparación internacional deberían recibir esos profesores, al menos cambiará la limosna que reciben los profesores, por un salario de $300 mensuales , para quien gana $8, y de $500 mensuales para quien gana $10”.
REESTRUCTURACIÓN UNIVERSITARIA
El profesor Carvajal también se refirió a la necesidad de reformar el modelo administrativo de las universidades públicas venezolanas, «plagado de irracionalidades y despilfarro, que las afecta desde finales del siglo XX y las ha estrangulado financieramente”. Entre otras cosas, mencionó un exceso de personal administrativo y obrero, versus el dedicado a la enseñanza y la investigación. «Mientras en la UCAB, 81% del personal es docente y solo el 19% administrativo y obrero, en la USB los docentes son solo 55% y en la UCV apenas llega a 45% el personal docente».
También precisó que las normas universitarias permiten jubilaciones exageradamente tempranas de los profesores, a sus 25 años de servicio, cuando países como España las otorgan al cumplir los 35 años de labor. «Hace más de una década el pago del personal pasivo/jubilado consumía más del presupuesto universitario para el pago del personal y esa proporción iba en incremento».
Dijo que la discusión de una nueva ley para el sector universitario, que avanza en la Asamblea Nacional, puede ser una oportunidad para generar los acuerdos que permitan mejorar este panorama.
“Esa circunstancia representa tanto un peligro como una oportunidad. Un peligro porque pudiese ser que la abrumadora mayoría socialista de la Asamblea Nacional hiciese sancionar una ley al estilo de la que aprobaron un 23 de diciembre de 2010, con un entramado de normas que hubiesen hecho caótica la gerencia universitaria, pero que el propio Chávez desechó el 4 de enero del 2011. También podría ser la oportunidad de promover acuerdos para reformar el contrahecho modelo académico – administrativo que se arrastra desde hace más de medio siglo”, aseguró.
Finalizó señalando que las jornadas de consulta sobre el instrumento jurídico que promueve el Parlamento deben ir más allá de las generalidades y puso sobre la mesa propuestas serias que deberían tomadas en cuenta por los legisladores.
“Pienso que no deberíamos entrar en la dinámica de discutir generalidades, como parece ser que la AN está proponiendo a las instituciones. Y y lo digo porque sí tenemos criterios nítidos y propuestas para un nuevo modelo de universidad libre, autónoma, responsable, democrática y meritocrática, eficiente, productiva, renovada en sus concepciones y solidaria con el país. Esos planteamientos están plasmados en un proyecto de ley universitaria qué preparó un equipo que coordiné entre los años 2009 y 2010, integrado entre otras personas por Jesús María Casal, Luis Ugalde, Juan Luis Modolell y Ercilia Vásquez. Ese proyecto, con todos los retoques necesarios, puede ser la base de nuestros aportes y nuestras luchas por una necesaria y sensata reforma a fondo del modelo de universidad que tenemos y de las reglas de juego entre Estado, Universidad y Sociedad”.